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Lodewijck Huygens, hijo del famoso poeta holandés Constantijn Huygens, viaja por mediación de su padre a Madrid como integrante de una legación especial de la República de las Provincias Unidas. Era la primera misión oficial al antiguo adversario desde el final de la Guerra de Flandes. Lodewijck llevó un diario que ofrece una viva descripción de su viaje en barco rumbo a la costa norte de España y del posterior desplazamiento en carroza hasta Madrid. Sus informes de las audiencias con el rey, las ceremonias y las negociaciones contribuyen de forma significativa al conocimiento de la diplomacia europea del siglo XVII. Las descripciones de la vida cortesana, la moda de las damas españolas y los interiores de los palacios reales revisten un singular valor histórico artístico. Huygens acude a clase en la Universidad de Alcalá de Henares, asiste a obras teatrales en los corrales de comedias madrileños y presencia una corrida de toros en la Plaza Mayor. La confrontación de Huygens con el enemigo de antaño convierte el diario en un documento excepcional. Educado en círculos intelectuales y administrativos protestantes, se encuentra cara a cara con los españoles. Se asombra ante el enorme contraste entre los ricos y los pobres, la ignorancia del clero y el estado deplorable del ejército. En algunos momentos se cuestiona sobre los orígenes de la miseria del pueblo castellano. Como buen calvinista, critica a la iglesia católica por su riqueza, opulencia y exagerada ostentación. Además, critica a las instancias gubernamentales y los funcionarios por enriquecerse a expensas del pueblo llano abusando de su posición privilegiada. Da la impresión de que Huygens se siente afortunado de que Holanda se hubiera liberado del mal gobierno español y de la iglesia católica. La experiencia española de Huygens debe de haber servido como una confirmación y justificación de la emancipación de su patria como estado independiente. Aún así, Huygens ya no ofrece imágenes de los españoles que se corresponden con los estereotipos de la leyenda negra. Nos pinta un pueblo con su variedad y diversidad de personas, gentes y grupos sociales con sus sentimientos y pasiones. E, incluso, muestra aprecio, sobre todo, por los talentos artísticos de los españoles y su interés por el arte, reflejado en la existencia de grandes obras maestras y colecciones de pintura.