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Cuando era niña veía a mi madre orar y llorar en silencio en cada proceso de su vida, los cuales fueron no solo aprendizaje para ella, sino que también para mí vida personal. Los procesos se definen eclesiásticamente como los acontecimientos que ayudan a pulir la vida del cristiano, los cuales le hacen madurar tanto en su vida física y espiritual. La evolución de cada proceso dependerá de las técnicas que usemos, con nosotros mismos y nuestro entorno, hasta que descubramos que lo más sencillo es someterse a la voz del Santo Espíritu.A medida que crecí vi la transformación de mi madre, de ser una mujer tímida y sometida a una guerrera del Santo Espíritu comprometida en la fe dejando cada una de sus experiencias como herencia para sus hijos. El desarrollo de cada proceso es doloroso, y no nos dejan mirar más allá de la punta de nuestra nariz, tampoco escuchar a la gente cercana con consejos sabios. Estas oraciones me ayudaron en mis propios procesos personales, los cuales comparto contigo, como mi madre lo hizo.