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El primer poemario de Hugo Santander "Himnos a la muerte" es una gran elegía a la muerte de su hermanita cuando ella tenía dos años y él diez años, tragedia que lo dejó "huérfano" y que cambió su vida y su forma de ver el mundo para siempre. Es un duelo que le dejó una llaga abierta mucho tiempo y cuya cicatriz aun le causa escozor. Es también una bitácora de viaje en el espacio y el tiempo, pues el autor es un desterrado voluntario que ha recorrido el mundo y vivido mucho tiempo fuera de su país, Colombia: Cartagena y la costa del Caribe, los países europeos (Inglaterra, Francia), Asia, Estados Unidos son los escenarios de estas errancias; en un tiempo transcurrido entre los años setenta, edad de su infancia y de su pérdida fraterna, y los años 2000, últimas trashumancias. La muerte de su hermana parece haber sido uno de los disparadores inconscientes de sus vagabundeos y de su búsqueda espiritual. En efecto el poemario es también la historia de un camino al encuentro de Dios y de comunión con Cristo y con la Virgen.