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juntamente con toda la tripulación del crucero en que viajaban... Elliot y sus padres están disfrutando de un crucero por las islas del Caribe. Elliot se ha llevado uno de los libros que Goryn le regaló, pero como lo acaba enseguida, decide volver a su casa para coger otro. Y al volver de nuevo al barco, descubre que algo extraño está pasando: ¡no hay nadie! Al final, oye una voz de auxilio que proviene del camarote del capitán y cuando llega allí sólo ve un loro. De repente, el loro también desaparece y mientras Elliot lo busca se da cuenta de que todos los relojes están parados y marcan la misma hora: las doce menos seis minutos. En ese momento Elliot decide volver a su camarote y se encuentra a con éter, el fantasma maestro del ilusionismo, quien lo traslada hacia el mundo mágico. Allí se reúne con los miembros del Consejo, que determinan que se trata de un secuestro, probablemente urdido por la pérfida mente del malvado Tánatos, que ha salido de la cárcel. Más tarde, mientras Elliot lee los periódicos para investigar qué se sabe del incidente, un terremoto sacude su casa y del suelo del salón salen cinco aspiretes del fuego. Afortunadamente, éter consigue devolverlo al mundo mágico. Y es él quien le explica lo que la leyenda muerta de los Triángulos. Antes de existir los espejos, los triángulos eran el medio de transporte del mundo mágico; se utilizaban cristales de un material llamado Traphax. El problema era que en el traslado desaparecían personas de las que nadie volvía a saber nada, y se decía que iban al Limbo de los Perdidos.