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El soneto es un cubo, sólido y compacto, ya sea de mármol o granito, que el maestro labra. Bien sabe el poeta que los sonetos se cincelan, y el intérprete cabal, que se leen como quien contempla una estatua, a veces en su totalidad, a veces verso a verso, palabra por palabra, como historia, como detalle, rizo a rizo, como textura, como sensación? Es unitario a la vista, posa, no se mueve.El romance sería su opuesto radical. El romance es un río. No se sabe de dónde viene y no se ve su final. Rara vez se abarca de una ojeada. De alguna manera, narra que narrando, ola a ola, fluye solo y la misión del poeta y del intérprete se parecen más. Ahí donde el soneto se cincela, el romance se navega. Iguala la tarea del autor y del lector; poema humilde, solamente reclama pasajero. En su origen mismo ya encontramos un anonimato del que nunca se desprenderá del todo.Qué hermoso este mundo en el que hay romances y sonetos, y no es obligatorio desdeñar a los unos para amar a los otros.