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Desde el siglo XV, el «Viaje a Egipto» ha sido la aventura imprescindible que han tenido que emprender los eruditos y científicos europeos para ampliar sus conocimientos, pero también para comparar la leyenda con la realidad. Y así fue para el visitante que se dispuso a recorrer las tierras de cultivo del delta, las orillas limosas del Nilo y las arenas ardientes de los desiertos del país. El perfil del faraón, portador de la doble corona del Alto y Bajo Egipto, sigue proyectando su magnificencia sobre el país. El pueblo egipcio acaba de vivir una revolución, habiendo derramado su sangre para hacer realidad la democracia. La historia, que lleva siete milenios modelando el país, sigue su marcha inexorable, igual que el río sigue su curso y da vida a quienes beben de él. Seguro de ser «la madre del mundo», Egipto sigue acogiendo, con los brazos abiertos, a todos aquellos que desean descubrir sus extraordinarios e incomparables monumentos, pues sigue siendo eterno. Tierra de historia, pero también mar de buceo, ya que Egipto y el mar Rojo son famosos en todo el mundo por sus arrecifes de coral. Aunque algunas zonas están oficialmente desaconsejadas, no hay que tener miedo en otros lugares; los egipcios son tan amables como siempre, deseosos de dar a conocer su país a todos los que se acerquen, por su rico patrimonio, sus aguas turquesas y su arena blanca, su cadena de oasis y sus montañas bíblicas. Vamos, es hora de emprender su propio «Viaje a Egipto».