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Para Alain Conlang, 36 años, hombre débil, desequilibrado y un poco paranoico, la soledad es angustia, el abandono una obsesión. Prefiere vivir un amor sin pasión antes que no vivir nada. A pesar de su sentido del humor y de su buena educación, observa que muchos comparten su punto de vista y, anticipándose a la ruptura sentimental, elabora un método para sobrevivir a las penas de amor y dejar de sufrir por motivos que no lo merecen. Este método, fotocopiado y distribuido, alcanza un enorme éxito, convirtiendo a su autor en hombre de negocios, guru y psicoanalista. Pero lo que vale para los demás no siempre vale para uno mismo... Mientras el joven Alain se empecina en encontrar la manera de deshacerse de los recuerdos que causan el llamado «mal de amor», sus ancianos padres, una pareja romántica y todavía muy enamorada, tienen Alzheimer, y juntos se van sumergiendo dulcemente en la demencia. Paradójicamente, ellos se convierten en los más fervientes defensores de todo tipo de recuerdo, porque sólo el recuerdo, testimonio de nuestra propia historia, nos hace sentir útiles y vivos. Entonces, ¿no sería tal vez más positivo quedarse con todo lo vivido y no destruir nada de nuestro pasado?