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Zirze vive en una casa destartalada junto a un pantano, en un «punto de encuentro» por donde irán desfilando las más variadas criaturas, hijas del día, la noche, el azar, la necesidad, la magia, la razón y la locura. Zirze vive en un lugar único para el que sabe escuchar y para el que sabe mirar. Y Zirze sabe escuchar y mirar como nadie, y también sabe, como nadie, marear. Pero Zirze no es sólo Zirze, es también su mundo. Por ejemplo su madre, que es adivina y conecta por igual con el pasado y el futuro; o su padre, que entiende mejor que los astrónomos el destino de las estrellas y los caminos que van formando en el cielo. Están también sus amigos normales, entre los que destaca Solus, que interpreta a Mozart utilizando únicamente los labios, y sus amigos paranormales Paulina, Wolfango y Murken, que no se sabe muy bien de dónde vienen, pero se sabe que están en contacto con la noche y que su idea del tiempo no coincide con la nuestra.