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Un retrato esencial de la figura que cambió el arteápara siempre. «Quiero ser tan famoso como la reina de Inglaterra», comenta Warhol. Esta frase, banal en apariencia, podría estar cargada de significados. No quiere ser el presidente de Estados Unidos, ni un millonario, ni una estrella: aspira a ser la reina de Inglaterra. Quiere, en suma, tener un pasado no solo con testamento, sino con testamento ante notario. No quiere ser únicamente famoso o rico: aspira a crear un pasado lleno de pasado ?el que reproduce en su casa? y quiere, además, ser inglés, ajustándose al mito por excelencia de glamur en América.¿Quién era en realidad Andy Warhol? ¿Fue el más célebre representante de la cultura pop, alguien fascinado por la publicidad y el éxito ?quintaesencia de lo «americano»?, un comprador y consumidor compulsivo, un artista polifacético y admirado? ¿O fue acaso el último gran pintor de la tradición europea del retrato y el bodegón; un ser consumido por lo que poseía, melancólico, nostálgico, que vivió la vida como una carrera hacia la muerte?Recuperamos en la colección «Argumentos»áTristísimo Warhol, un particularísimo ensayo que da respuesta a estas preguntas en forma de relato que comienza un día de agosto de 1956, cuando el último pintor romántico, Jackson Pollock, se estrella con su coche en Long Island. Artistas como David Hockney, Jasper Johns o Tom Wesselmann aparecen y desaparecen en esta historia, configurándose, también alrededor de ellos, toda una serie de conceptos de la modernidad, actuales síndromes de nuestro tiempo: la nostalgia, la melancolía y la muerte.Tristísimo Warholáfinaliza con la muerte del artista. Pero, más que un libro sobre él o el arte pop, esta es una historia osada y reveladora que habla de todos nosotros, al fin y al cabo, atrapados en esos síndromes modernos.