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Dados los avances de la mundialización ya no existe posibilidad alguna de un desarrollo capitalista autónomo, y lo que provoca esta heteronomía es la profundización de la dependencia y la perpetuación del subdesarrollo. Además, la clase fundamental que impulsó las primeras etapas del desarrollo del capitalismo en los países centrales, la burguesía nacional, se ha extinguido en la periferia y cualquier esfuerzo por resucitarla está condenado al fracaso, como lo demuestra sobradamente la experiencia argentina bajo los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Esta problemática es la que se examina detalladamente en el primer capítulo del libro. (...) Así planteadas las cosas, el segundo capítulo se concentra en el examen de las posibilidades abiertas por la necesidad de encontrar una ruta de escape a la plaga neoliberal que afecta a nuestra región. El capítulo tercero y final de esta obra se propone examinar las perspectivas de un futuro no capitalista para América Latina. La premisa que informa este argumento es que dentro del capitalismo no tendremos futuro alguno, sino la patética eternización de un presente plagado de toda clase de males. Si queremos conquistar un futuro será preciso hacerlo por una vía no capitalista. La vieja consigna acuñada por Engels en el Anti-Dühring y luego retomada por Rosa Luxemburgo, “socialismo o barbarie”, es más actual hoy que ayer. De eso trata, precisamente, el socialismo del siglo XXI.