El filósofo nos enseña a escuchar a los adversarios -hábiles detectores de nuestras debilidades- y a desconfiar de nuestro amor propio -el defecto más útil para los aduladores-, pues solo así sabremos distinguir la verdadera amistad: aquella en la que encontraremos virtud en la honestidad y deleite en el diálogo. Un bien exquisito que exige espacio, tiempo y cuidado
The philosopher teaches us to listen to our adversaries--keen detectors of our weaknesses--and to be wary of our self-love--the most useful flaw for flatterers--for only then can we recognize true friendship: one in which we find virtue in honesty and delight in dialogue. A rare treasure that demands space, time, and care.