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No es un libro más sobre cine. No. Este es un libro original, curioso y muy divertido en el que Feinmann nos habla de la condición humana, y lo hace a través del cine. Y de esa forma nos asomamos a la inmortalidad de la mano de "Drácula", a la moral con "Solo ante el peligro", a Dios y la religión con "Delitos y faltas", a los tabúes con "Recuerda", al sentido de la justicia con "Batman", al sexo con "El cartero siempre llama dos veces", al miedo al diferente con "La guerras de los mundos", a la guerra con "Apocalypse Now", al nazismo con "La caída de los dioses", al rol de los medios con "El show de Truman", al capitalismo con "Lo que el viento se llevó" y con "Wall Street". "Hay películas que valen por diez libros de filosofía" dice el autor, para el que "El cine es emoción. Es maravilla. Es, como dijo Hitchcock, la vida sin partes aburridas". Porque, ya se sabe, "siempre nos quedará París", como Bogart le dice a Bergman en el final de Casablanca, y "Pase lo que pase, y aún si pasa lo peor, siempre nos quedará el cineö.