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Entre el 1 de abril y el 15 de agosto de 2017, estalló en Venezuela un movimiento de protestas contra el régimen chavista-madurista de una intensidad inédita en la historia de ese país. Fue la última gran rebelión ciudadana, en un intento heroico por salvaguardar la democracia en contra del totalitarismo. Durante esta gesta épica, les fue arrebatada la vida acientos de ciudadanos -en su mayoría jóvenes estudiantes-, hubo miles de personas detenidas y cientos de heridos graves.En Sangre y asfalto, se escucharán las voces que fueron silenciadas por las balas. El lector podrá seguir la progresiónde hechos cada vez más dramáticos e intensos. La autora nos sumerge en el recorrido mismo de las marchas de protestajunto a los manifestantes, quienes, apenas protegidos por frágiles escudos de cartón y máscaras antigás de fabricacióndoméstica, enfrentan con arrojo inaudito el poder bélico y de fuego de las fuerzas oficiales y paramilitares.Fueron cuatro meses durante los cuales la ciudadanía hizo don de su persona y, cual coro de tragedia griega, expresla cólera de una nación traicionada, saqueada, despojada por una dictadura que sin pudor prescindió de toda máscarademocrática. Si las voces de los participantes nos introducen en el vértigo de la acción, las fotografías e imágenes retratan la naturaleza criminal del régimen, testimoniando la asimetría entre las fuerzas antimotines apertrechadas con armas de guerra y sólidos uniformes de combate y la precariedad e indefensión de los manifestantes.El gran mérito de esta obra es el haber recogido en un mismo documento la magnitud de los acontecimientos, pues como lamemoria suele ser volátil y frágil, autora y reporteros gráficos sirven de protectores de la historia.Elizabeth Burgos