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La obra analiza la docena de asesinatos que se cometieron en los alrededores de Vitoria entre 1870 y 1879, y que acabaron atribuyéndose a una figura legendaria y popular llamada el Sacamantecas. Aunque fueron detenidas diversas personas, una de las cuales llegaría a ser ejecutada en 1880 por el asesinato de una niña, al final todos los asesinatos acabaron atribuyéndose a un único personaje, un labrador de Eguilaz llamado Juan Díaz de Garayo y Ruiz de Argandoña. Garayo, a lo largo de su proceso, fue analizado por diversos médicos, que determinaron bien locura, bien suficiente cordura como para ser responsable de sus crímenes. Al final triunfó esta segunda postura, lo que le llevó a ser ejecutado en el garrote en 1881. En su momento, siempre se consideró que Garayo fue un Sacamantecas. Sin embargo, en este libro se niega esa idea, y además se ponen en tela de juicio, basándose en los informes de época y en crónicas periodísticas hasta ahora no estudiadas, que fuera el culpable de todos esos crímenes, hecho que convierte el caso del Sacamantecas en un caso abierto, un asunto por resolver.