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En buena medida, la tradición filosófica occidental ha consistido en una reflexión sobre temas trágicos y, muchas veces, sobre la naturaleza misma de lo trágico. De ahí que quizás no quepa ya recuperar una mirada ingenua sobre la tragedia, una mirada ajena a toda filosofía o filosóficamente ignorante. Leer filosóficamente a Sófocles es por tanto una de las formas en que la historia de su recepción nos permite e incluso nos obliga a hacerlo. Y lo que este libro ofrece es un acercamiento a los principales motivos de interés que la lectura de Sófocles puede suscitar a un lector filosóficamente formado o, quizás mejor, a alguien cuyos motivos de lectura sean primordialmente filosóficos. En estas páginas se tratarán de ilustrar los motivos que nos permiten subrayar la pertinencia, o incluso la necesidad, de incluir a Sófocles en el canon de los pensadores que se han ocupado de explorar las fuentes del valor y los percances que acechan a la vida buena. La poesía trágica aparecerá sometida a fuertes restricciones, pero también dotada de una libertad y una autoridad insólitas, y esa extraña combinación posibilitará que dé voz a una sociedad a la vez acuciada por la discordia y el riesgo de ruptura civil violenta (lo que ellos denominaban stásis) pero obsesionada también por el logro de un consenso y de una convivencia pacífica. En las obras de Sófocles, y a través de algunos de sus héroes de mayor talla, Atenas se representará como una pólis que sueña con ser una comunidad política unida pero que está siempre amenazada por la quiebra interna y las acechanzas de enemigos externos, que vive la tensa paradoja de prodigar una igualdad política que la hizo célebre en el mundo antiguo y de tributar honra a los mejores, a los que se elevan sobre los hombres comunes, según establece el espíritu agonal y aristocrático heredado de su tradición. En este contexto Sófocles aparecerá como un curioso pionero de nuestra tradición filosófica moral, una tradición que siguiendo esta línea puede escribirse en términos de una historia del disenso que está todavía por hacer.