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Hubo un tiempo en que la institución escolar representaba la apertura a un mundo nuevo inaccesible de otro modo para la población sumergida en pequeñas comunidades tradicionales. Fue un tiempo en que unos pocos enseñaban a algunos más, y en el que, después de todo, había claridad y seguridad sobre los fines de la educación; en el que había, sobre todo, una gran estabilidad en la estructura organizativa y en el entorno, lo que se traducía en un contexto de previsibilidad, tranquilidad y certidumbre para los docentes. Las cosas han empezado ha cambiar cuando este entorno humano y tecnológico ha perdido esta estabilidad. La respuesta: la reforma. La cantinela: que las reformas deben venir acompañadas por aumentos de los recursos. Es, ciertamente, una demanda justificada (los nuevos alumnos necesitan más), pero también una manera de desentenderse y un reconocimiento de la impotencia (los nuevos profesores ofrecen menos). Sin embargo, aunque la consigna 'más dinero para la educación' es algo que siempre suena bien (los niños, el futuro, la sociedad del conocimientoà), no puede ser una demanda incondicional. Puede incluso que la sociedad haya de considerar otras prioridades. En todo caso, estos son los mimbres que tenemos y con ellos hay que construir el cesto, pero lo que significa esencialmente es que los centros de enseñanza ya no pueden funcionar solos, ni de cualquier manera, ni abandonados a las prácticas profesionales aisladas de sus integrantes. La cuestión es cómo obtener más que la suma de los incrementos individuales de recursos docentes. La solución sólo puede estar en la organización de la escuela entendida en su sentido más amplio: estructura formal, clima de trabajo, papel de los órganos colegiados, estilo de dirección, cultura profesional, relaciones con la comunidad, ubicación de la capacidad de decisión, grado de autonomía de los profesores y los centros, intervención municipal, cooperación con otras organizaciones, grupos e instituciones, clima escolar y de aprendizaje, relaciones con las familias, etc. Ese es el camino que, en varias de sus facetas (no necesariamente en todas), abordan los trabajos que forman este volumen