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La historia de los procesos de racialización que marcaron la transformación de Europa y sus colonias desde el final de la Edad Media hasta la era de las revoluciones arroja luz sobre la evolución de la sociedad, las instituciones y las culturas. Describe el deseo de categorizar a los individuos y los grupos, de encerrarlos en identidades que se presentan como intangibles, de discriminar a colectivos dominados o incluso de organizar una opresión a gran escala contra poblaciones definidas por su raza. Son cuatro los focos que permiten trazar la línea que vertebra la historia de la raza: la nobleza de nacimiento frente al ennoblecimiento, la naturaleza judía o musulmana que persiste en la sangre de los conversos, el origen indeleble del mestizaje en la América colonial y la deshumanización de los africanos a través de la trata de esclavos. Estos fenómenos son las experiencias históricas en las que se basaron los autores de la Ilustración para clasificar a la humanidad en razas. En el Siglo de las Luces, aunque por un lado se proclamó la universalidad de los derechos humanos, por otro se jerarquizó a los grupos humanos. El siglo de los filósofos puede leerse, por ello, como fruto de una historia pasada y como fundamento de una historia inacabada, la nuestra.