Standaard Boekhandel gebruikt cookies en gelijkaardige technologieën om de website goed te laten werken en je een betere surfervaring te bezorgen.
Hieronder kan je kiezen welke cookies je wilt inschakelen:
Technische en functionele cookies
Deze cookies zijn essentieel om de website goed te laten functioneren, en laten je toe om bijvoorbeeld in te loggen. Je kan deze cookies niet uitschakelen.
Analytische cookies
Deze cookies verzamelen anonieme informatie over het gebruik van onze website. Op die manier kunnen we de website beter afstemmen op de behoeften van de gebruikers.
Marketingcookies
Deze cookies delen je gedrag op onze website met externe partijen, zodat je op externe platformen relevantere advertenties van Standaard Boekhandel te zien krijgt.
Je kan maximaal 250 producten tegelijk aan je winkelmandje toevoegen. Verwijdere enkele producten uit je winkelmandje, of splits je bestelling op in meerdere bestellingen.
Con poco más de treinta años, tras morir su madre, Agatha Bodenham se encuentra completamente sola. Entonces recordará, e invocará de nuevo a la vida, a la única compañera que ha tenido en toda su existencia: Clarissa, una amiga imaginaria de la niñez. Sí, imaginaria pero, en verdad, más real que cualquier otra persona. Al principio, Clarissa se le aparecerá sólo de noche, luego conquistará el día, fundamentando su existencia material en la calidez del amor obsesivo de Agatha, hasta que los demás, extrañamente, también consiguen verla. Verla pero no tocarla... Agatha protegerá hasta las últimas consecuencias su creación con un amor obstinado y posesivo; protegerá a Clarissa de los demás, incluso del amor de un hombre, pues si cualquier otro llegase a tocarla las consecuencias serían fatales. La soledad siempre acaba siendo fantasmal. Edith Olivier nos ofrece una novela corta en la que la protagonista empieza buscando un espejo al que hablarle sin miedo ni prejuicios y termina construyendo una existencia paralela capaz de responder preguntas como ella misma no ha sabido hacer; capaz de desear y de intentar, incluso de acometer, todo lo que ella no tuvo el valor de llevar a cabo: una criatura que responda al amor tal y como se espera. El Frankenstein personal de Agatha Bodenham no está compuesto de partes muertas; al contrario, está creado a partir de toda esa vida que no hemos vivido (que nos falta por vivir) cuando nos enfrentamos a la realidad opresiva. Clarissa es la grieta por la que la luz entra en la vida de Agatha. Clarissa es todo lo que hay entre Agatha y la inmensa soledad que la aterra.