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Con un dejo cómico y, al mismo tiempo, el aire de confusión de aquel que intenta en vano descifrar el sentido de un mundo que tiene una deriva absurda, en los poemas de James Tate se asiste al fugaz desfile de las criaturas más insólitas. Verdugos, gnomos, extraterrestres, espías, corredores de seguros, misteriosos agentes federales, Papas o caniches irrumpen en escena en unos poemas que comienzan con versos directos, despojados y de firme pulso narrativo, donde todo parece estar bajo control, para luego tomar un rumbo impredecible, resquebrajando en cada giro los límites entre imaginación y realidad. Porque, como señala John Ashbery, Tate es el poeta de las posibilidades y las consecuencias inesperadas; o podríamos decir también, una voz excéntrica y genial que, con su exquisito gusto por el absurdo, y un humor tan oscuro como hilarante, ha dado forma a una poética tragicómica, donde el color local cotidiano, los motivos de la cultura popular estadounidense, junto con todo aquello que no encuentran su sitio en esa ficción que constituye el sueño americano, entran al servicio de una lógica asociativa disparatada heredera del surrealismo. En esta antología, seleccionada y traducida por Ezequiel Zaidenwerg, se reúne por primera vez en castellano una muestra cabal de la prolífica obra de un poeta indispensable, capaz de desconcertarnos y regocijarnos a partes iguales, y de llevar siempre un paso más allá aquello que entendemos por poesía.