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¿Cómo podemos comprar una piedra preciosa pagando con un papel en blanco? ¿Por qué una mujer es, de media, veinte veces más selectiva que un hombre en una aplicación como Tinder? ¿En qué se asemeja la estafa del esquema Ponzi a nuestra democracia? A veces nos cuesta entender hasta qué punto la simplicidad de nuestro cerebro determina nuestro entorno. Abusamos de las palabras genio y prodigio cuando, en realidad, el plusmarquista mundial de cálculo o el compositor de la más bella melodía tienen exactamente las mismas neuronas que cualquiera de nosotros. ¿Dónde reside pues la diferencia entre ellos y nosotros? Pues, según afirma Aberkane, en la armonía de la mente. En que aquellos a los que erróneamente llamamos genios han sabido entender los mecanismos de nuestro cerebro para sacarle así un mayor rendimiento. Entender cómo funciona el cerebro y adecuar sus mecanismos a nuestra manera de aprender, de enseñar, de trabajar y de vivir es lo que Idriss Aberkane llama neurosabiduría. Es tan fácil como eso. Basta con sacarle partido a los extraordinarios recursos que la naturaleza ha puesto a nuestra disposición. «Idriss Aberkane, un cerebro al servicio de nuestro cerebro, [?]nos describe las capacidades de la mente, sus prodigios y límites, y nos invita a conocerla mejor para evitar que otros la conozcan en nuestro lugar», Le Monde