Standaard Boekhandel gebruikt cookies en gelijkaardige technologieën om de website goed te laten werken en je een betere surfervaring te bezorgen.
Hieronder kan je kiezen welke cookies je wilt inschakelen:
Technische en functionele cookies
Deze cookies zijn essentieel om de website goed te laten functioneren, en laten je toe om bijvoorbeeld in te loggen. Je kan deze cookies niet uitschakelen.
Analytische cookies
Deze cookies verzamelen anonieme informatie over het gebruik van onze website. Op die manier kunnen we de website beter afstemmen op de behoeften van de gebruikers.
Marketingcookies
Deze cookies delen je gedrag op onze website met externe partijen, zodat je op externe platformen relevantere advertenties van Standaard Boekhandel te zien krijgt.
Je kan maximaal 250 producten tegelijk aan je winkelmandje toevoegen. Verwijdere enkele producten uit je winkelmandje, of splits je bestelling op in meerdere bestellingen.
La topografía legendaria de los Evangelios en Tierra Santa se puede calificar con justicia de libro peculiar, muy peculiar. Pocos libros han surgido en coyuntura menos propicia para su recepción -apareció en 1941, en un París ocupado por los alemanes-. Es peculiar también porque en él se materializa una textualidad poco acorde con el canon académico, lo que ha interferido negativamente sobre su reconocimiento como texto de referencia o clásico de la sociología. Resulta peculiar, además, porque tiene una lectura demandante y requiere un lector poco acorde con los tiempos. Y es peculiar, por último, porque, como pocos libros en tan pocas páginas, anuda o pone juntos -y no solo juntos, sino en denso y fructífero diálogo- sociologías especiales de los objetos más dispares (creencias religiosas, tradiciones, teología, espacio, ciudad, tiempo, memoria) y especialmente tres: la sociología histórica, la sociología de la religión y la sociología del espacio-tiempo. ¿Cómo clasificarlo? Se anuncia como un estudio de caso en el campo de la sociología de la memoria; de ahí el subtítulo: Estudio de memoria colectiva. Trata ciertamente de un caso de larga duración o de historia lenta o mineral (a lo Braudel), de la relación entre lo que los textos sagrados afirman y lo que la ciudad eterna de Jerusalén permite reconocer. Esta relación entre el relato que cuenta los hechos de Cristo y la ciudad que se va convirtiendo poco a poco en el escenario reconocible de su pasión y muerte es justamente el objeto de investigación. ¿Qué sentido tiene indagar un objeto así? La respuesta la da Halbwachs: estamos ante un estudio de memoria colectiva.