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La que se llamó desgracia del artillero Vierbein, que hubo de provocar la original rebelión del cabo Asch, empezó una radiante tarde de domingo: la del día 1º. de agosto de 1938. Una semana más tarde, todo había terminado. Así empiezan las aventuras del indolente y revoltoso soldado Asch, quién, follón tras follón, sin saber muy bien cómo y sólo gracias a las posibilidades que abre un sistema militar lleno de incompetencia, irá ascendiendo hasta lo más alto en la escala militar alemana en los años cruciales de la Segunda Guerra Mundial. Este primer episodio cuartelero le descubrirá a Herbert Asch como cubrir todas las etapas cruciales de la historia que se le pondrán en suerte. Con unas enormes ganas de vivir, y la pizca necesaria de rebeldía para ello, demostrará ser un superviviente nato en un mundo tan hostil como nunca al hombre se le había presentado antes. Desde 1933 fui sin interrupción soldado hasta 1945. Y no fui, como era de esperar de un «prusiano oriental auténtico», un soldado de los que se llaman buenos. Sin saltarme un solo grado (ni siquiera el de sargento mayor) llegué a teniente coronel... Sólo más tarde empecé a reflexionar sobre todo lo que entretanto había acontecido; y entonces me sobrecogió la fatal impresión de que debí haber sido un tipo bastante cómico... Más tarde trabajé de peón caminero, jardinero después, y sólo más adelante empecé a escribir. Hans Hellmut Kirst