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«Tuvimos que hacernos cargo del universo mi hermano y yo, pues una mañana, poco antes de amanecer, papá exhaló el último suspiro sin previo aviso. Sus despojos, crispados en un dolor del que solo quedaba ya la corteza, sus decretos, tan repentinamente pulverizados, todo eso yacía en la habitación del primer piso desde la que papá, la víspera sin ir más lejos, nos lo ordenaba todo». La niña a la que le gustaban demasiado las cerillas Dos hermanos viven aislados, con la única compañía de su despótico padre, en una extensa finca de la que no salen nunca. Su vida sufre un vuelco la mañana que encuentran a su padre muerto. Pasado el desconcierto inicial, uno de los hermanos decide dirigirse al pueblo más cercano en busca de un ataúd para poder enterrarlo. La noticia del fallecimiento enseguida llega a oídos de las fuerzas vivas del pueblo. Los hermanos no tardarán en darse cuenta de que la desaparición de su padre va a poner fin al mundo en el que han vivido hasta entonces, un mundo desligado casi por completo del exterior y marcado por un estremecedor suceso. Narrada en primera persona por uno de los hermanos, "La niña a la que le gustaban demasiado las cerillas" es una sorprendente novela escrita en un lenguaje muy original y creativo, salpicado de palabras inventadas y frases hechas trastocadas, propio de alguien cuyo conocimiento del mundo exterior se basa en lo que le ha enseñado su padre y en sus peculiares lecturas.