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Con 2.200 años de historia y 7.000 km longitud, la Gran Muralla China es una afirmación material del país que defiende. Con sus 2.200 años de historia y 7.000 kilómetros de longitud, la Gran Muralla China parece una afirmación material y contundente del país que defiende, y del secular sentimiento chino de ser una civilización avanzada ansiosa por diferenciarse claramente de los «bárbaros» que la rodean. Pero detrás del impresionante exterior de la muralla (y de los mitos surgidos en torno a ella) se halla una historia compleja que ha definido y perjudicado a China simultáneamente. Julia Lovell ha escrito una nueva y fundamental historia de la Gran Muralla que explica al lector las conquistas y las catástrofes del Imperio chino, desde el segundo milenio antes de Cristo hasta la actualidad. En los últimos años, la Muralla se ha convertido en un potente símbolo del nacionalismo chino, y de la resistencia a la dominación extranjera. Pero ¿cuán eficaz fue la Muralla en realidad y cuál fue su objetivo real? ¿Fue un precedente, aunque a escala gigantesca, del Muro de Berlín, una barrera tanto para mantener a su población dentro como a los indeseables fuera? Lovell escarba en la mitología que rodea hoy a la Gran Muralla y descubre una historia mucho menos ilustre y más compleja que la que tienen en mente los turistas que la visitan: no es una sola muralla sino una sucesión de tramos sueltos, no es visible desde la luna y la parte visitada apenas tiene cuatro siglos. Sin embargo, la historia de la Gran Muralla recorre la de China y la política fronteriza que definió el país, atravesando las vidas de millones de individuos que la apoyaron, criticaron, construyeron y atacaron. Hoy se la elogia como símbolo de la identidad china, de su grandeza cultural, y del genio técnico y la voluntad necesarios para construirla. Pero la Muralla también tiene una serie de connotaciones mucho más negativas: la desolación de la frontera, a miles de kilómetros del corazón de la cultura china, el sufrimiento y el sacrificio de quienes la construyeron, el costoso expansionismo imperial, el asfixiante conservadurismo cultural, y el control y la represión padecidos por quienes estaban dentro.