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Si nuestro radiograma hubiera retratado a los marcianos como recién llegados en misión amistosa, sospecho que nuestros oyentes habrían estado menos preparados para ceptar la historia como algo que realmente estaba sucediendo. Sin embargo, como señaló Arthur C. Clarke, ¿por qué no podrían las criaturas sufientemente desarrolladas que se extienden por las galaxias ser lo bastante inteligentes como para comaprtir una existencias pacífica con otros seres humanos? Ellas incluso podrían ayudarnos a salvarnos de nosotros mismos,. Espero que si un platillo aterriza alguana vez en un terreno de mi propiedad tenga el sentido común de tender mi mano a sus ocupantes e invitarles a un sandwich y una taza de café en mi casa.La gente me ha preguntado si he vuelto a escribir otro radiodrama del mismo tipo que pudiera contribuir a sembar el pánico en un futuro. La respuesta es no. No tengo ningún deseo de incrementar nuestra xenofobia ni de añadir nada a los temore sreales existentes en estos tiempos tan precarios. Recuerdo la historia que me contó una mujer acerca de una conversasción telefónica que tuvo lugar la noche del programa de radio. Ella se ocuopaba de supervisar a las chicas que atendían la información telefónica. La compañía acbada de instraurar una nueva poítica para ofrecer a los clilentes una servico mejor. A través de la centralita interna, mi informante oyó a una de las chicas que contestaba de uan forma muy educada: Lo siento, aquí no tenemos esa información. La supervisora la interrumpió para felicitarla: Has respondido muy bien. ¿Qué pregutaba el cliente? La chica contestó: Quería saber si se iba a acabar el mundo.