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El proceso judicial actual es heredero, en la enorme mayoría de países, de antiguas regulaciones, romanas sobre todo, que fueron acumuladas, reformadas y casi podría decirse que amontonadas durante varios siglos, hasta que vinieron las codificaciones del siglo xix y las que les siguieron, que intentaron compilar mejor y simplificar el panorama existente. Sin embargo, siguieron arrastrando la enorme mayoría de esquemas del pasado. Esta realidad debe cambiar cuanto antes. Debe superarse el sistema medieval definitivamente, haciendo que la realidad procesal actual sea muchísimo más simple, modernizando prioritariamente la infraestructura de justicia existente -también heredera del pasado-, simplificando decididamente el procedimiento, desburocratizándolo, eliminando diligencias absolutamente innecesarias o redundantes y mecanizando trámites que empeñan miserablemente el tiempo del personal de los tribunales y de los abogados. También es prioritario abandonar la idea de que el Derecho sea una ciencia cerrada en sí misma. El Derecho procesal, especialmente, requiere aportes al menos de la epistemología, de la psicología y de las neurociencias, no solo en materia probatoria, sino en otros muchos ámbitos. Dichos aportes se hacen ya imprescindibles en la realidad actual de los tribunales. Este libro compila diversos artículos del autor que tratan de introducir todas estas novedades en el ordenamiento actual. El análisis de los temas es profundo y sistemático, tomando como bases esenciales el estudio de la historia, del Derecho comparado y de algunas ciencias extrajurídicas para elaborar las conclusiones. De ese modo se combina novedad y tradición y se dan respuesta a muchos de los problemas prácticos y clásicos del proceso judicial. En cualquier caso, se trata de una obra esencial para poner al día el estudio procesal actual.