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Este cuarto tomo de las Obras completas de Luis Martín-Santos supone una auténtica novedad. Del teatro escrito por Martín-Santos había muy pocas y vagas noticias, por lo demás inexactas. Sin embargo, el autor había escrito para la escena desde muy temprano, y compaginó la escritura teatral con la narrativa durante muchos años. De toda su producción dramática se han conservado seis obras, dos de ellas incompletas, que hasta el día de hoy han permanecido rigurosamente inéditas. Irma, fechada en enero de 1946, es la primera de todas las piezas dramáticas de Martín-Santos. Escrita cuando el autor contaba 21 años, está compuesta al hilo de los acontecimientos históricos coetáneos. Concebida como una tragedia clásica, dramatiza el derrumbe del III Reich personificado en Irma. Claudia y Viaje hasta el límite, esta última fechada en 1953, muestran un avance considerable en la concepción dramática del autor. Se trata de dos dramas con varios puntos en común, localizados en el ambiente de la alta burguesía, un mundo donde triunfa el poder del dinero y donde las asfixiantes relaciones familiares abocan a la ruptura, a la desesperación y a la muerte. Suponen un intento por parte de Martín-Santos de crear un drama existencial de tintes psicoanalíticos. A pesar de retratar el mismo ambiente de la alta burguesía, Olga es, por el contrario, una comedia ligera en la línea de Jardiel o Mihura. El conjunto se completa con dos obras breves, La novia que no se ve, y la incompleta Los churros están fríos, de planteamiento muy realista y unos acerados diálogos que revelan la capacidad de Martín-Santos para retratar todo tipo de ambientes, desde una churrería de barrio a un colegio religioso.