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Desde siempre, la ética se ha empeñado en ser "universal". Pero los rasgos locales aún dominan en ella. No se trata de eliminarlos. Puede, incluso, que debamos reivindicarlos y mostrarnos orgullosos de ellos. Pero una ética que aspire hoy a ser práctica, y serlo para todos, debe basarse en elementos compartidos y máximamente universales. Esta obra, Ética Intercultural, responde al principal desafío que tiene modernamente la razón práctica: validarla para la pluralidad. Los problemas del mundo son los mismos para todos; las soluciones deben serlo también. Y una condición para emprenderlas es tener un entendimiento moral compartido y a la vez respetuoso con la diversidad. Así, una ética común no sólo es posible; es necesaria para un mundo en constante interconexión y permanente descubrimiento de su pluralidad. Una ciudad es hoy un enclave universal. Este libro trata de justificar la necesidad de una ética intercultural y de razonar sus principios. El autor no se contenta con invocar los Derechos Humanos. Ni un pliego de "valores" que tarde o temprano nos revelarán su uso exclusivo para una cultura particular. No nos sirven para una ética universal. La propuesta de Bilbeny es diferente y nueva: es el propio conocimiento humano el que nos suministra los pre-requisitos para entendernos y poder convivir en la diferencia. Basta con estar dispuestos para desarrollarlos y aplicarlos.