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A comienzos de los años 80, la poeta y activista lesbiana Monique Wittig revolucionó el campo de los estudios feministas con la publicación de El pensamiento heterosexual, obra que se ha convertido ya en un clásico y que supuso uno de los hitos precursores fundamentales de la Teoría queer. Wittig no analiza «la heterosexualidad» en el sentido de las prácticas sexuales, sino como régimen político. El dispositivo heterocentrado consiste en una pluralidad de discursos sobre las ciencias llamadas «humanas» que producen e instauran heteronormas en materia de sexo, de género y de filiación. Una novedad importante de este ensayo es que también se va a enfrentar a la corriente del feminismo tradicional (ella lo llama «hetero-feminismo»), que había promovido la identificación con «la mujer», y con «lo femenino» en detrimento de otras cuestiones que planteaban las lesbianas (in-visibilidad, posible identificación con lo masculino, prácticas sadomasoquistas, criterios de raza, clase social, etc.). Es en este libro donde Wittig lanzó la afirmación que ha pasado a la historia por su potencia subversiva y su desafío a la lógica heterocentrada: «Sería impropio decir que las lesbianas viven, se asocian, hacen el amor con mujeres porque la mujer no tiene sentido más que en los sistemas heterosexuales de pensamiento y en los sistemas económicos heterosexuales. Las lesbianas no son mujeres».