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La conciencia del paisaje surgió de forma paulatina a lo largo de la historia. Las pri-meras civilizaciones que lo estudiaron fueron la China antigua y la Europa del Re-nacimiento, las cuales lo valoraron como una conquista cultural, de la que dejaron constancia en la literatura y el arte. No es casual que los creadores de paisajes fuesen los maestros de la palabra y la pintura. Este libro versa sobre la historia de la percepción del paisaje. Para ello, partimos de un icono ideal que los seres humanos sentimos como una ausencia: la nostalgia del Paraíso perdido. A partir de aquí, desde la Antigüedad hasta la Revolución indus-trial, dividimos los paisajes entre los del mundo culto, en el sentido de cultivado, y los del mundo inculto, más o menos incontaminado. Las unidades de paisajes cultos son el campo, la ciudad y los jardines. Las del mundo inculto son el mar el desierto y la montaña. Toda esta cosmovisión frontal se revolucionará con el cambio en la mirada hacia el paisaje. Primero fue la visión lateral del tren que lo enmarcaba en la ventanilla. Des-pués vino la perspectiva vertical del avión, que nos permite observarlo a vista de pá-jaro, y la del submarino que desciende a los abismos oceánicos. De vuelta al icono de partida, seleccionamos algunos ejemplos de viajeros que han creído hallar el Paraíso en la tierra, y concluimos con una apuesta personal por los paisajes geopoéticos. Del mismo modo que los pueblos asiáticos y europeos acuñaron el concepto de paisaje, nuestra obra sobre el mismo es fruto de un maridaje entre literatura y arte. En sus páginas ponemos a dialogar los textos que Pedro García Martín ha ido escri-biendo en libros y revistas y explicando en sus clases con las acuarelas que Joaquín González Dorao ha ido pintando en sus cuadernos de viajes por el mundo. Al cabo, los coautores nos hemos prometido recuperar el placer de la mirada a través de las palabras y los pinceles.