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Tengo un poco de miedo por este libro. Porque es un libro de amor. Es un arbusto ardiente. Mejor tirarse en él. Una vez en el fuego uno se baña en dulzura. Yo estoy ah¡, lo juro.¿Quién puede contener la felicidad y el dolor del amor en una fórmula o en una serie de palabras encadenadas? Para la narradora de este canto incendiario, de esta ofrenda a una mujer que es más que una mujer, que es el principio y el fin de todo lo que existe, su pasión, tan f¡sica como infinita, solo puede ser experimentada en el cuerpo, en los sueños, en el temblor de la voz.El libro de Prometea recurre al ritmo y a la entonación de la oralidad, como as¡ también a las imágenes fantásticas latentes en el inconsciente, para renunciar al control y dejarse arrastrar por el caudal ilimitado de los sentimientos.Recuerdo el primer manuscrito que me confió Hélene. Llegó como un meteoro a mi jard¡n. El campo cultural o socioeditorial, el âÇúlectoradoâÇÑ de la época no estaba preparado, me parec¡a (¿me equivoqué?), para recibir y medir lo que ah¡ comenzaba. As¡ que tem¡ por ella en el transcurso de la lectura, con este doble sentimiento: deslumbramiento y angustia.Jacques DerridaSe trata de salir de la tradición falo céntrica y decir, junto a Cixous, que toda escritura es âÇen la medida que naceâÇ femenina. Para eso no necesariamente hay que ser mujer. Se trata de llevar la escritura hacia un lugar indiviso, neutro o bisexual, como un modo de expulsar todo tipo de diferenciación: que el sentido se escriba en términos de absoluta individuación. Cixous reclama la salida de âÇúla gloriosa monosexualidad fálica del hombreâÇÑ para no caer en ningún excluyente, sino para âÇúmultiplicar los efectos de la inscripción del deseoâÇÑ.Walter Romero