Standaard Boekhandel gebruikt cookies en gelijkaardige technologieën om de website goed te laten werken en je een betere surfervaring te bezorgen.
Hieronder kan je kiezen welke cookies je wilt inschakelen:
Technische en functionele cookies
Deze cookies zijn essentieel om de website goed te laten functioneren, en laten je toe om bijvoorbeeld in te loggen. Je kan deze cookies niet uitschakelen.
Analytische cookies
Deze cookies verzamelen anonieme informatie over het gebruik van onze website. Op die manier kunnen we de website beter afstemmen op de behoeften van de gebruikers.
Marketingcookies
Deze cookies delen je gedrag op onze website met externe partijen, zodat je op externe platformen relevantere advertenties van Standaard Boekhandel te zien krijgt.
Je kan maximaal 250 producten tegelijk aan je winkelmandje toevoegen. Verwijdere enkele producten uit je winkelmandje, of splits je bestelling op in meerdere bestellingen.
Por mucha propaganda negruzca y viscosa que las compañías petrolíferas quieran verter sobre nosotros, la crisis climática no es un problema de «huellas de carbono» individuales ni de grandes soluciones tecnocientíficas: en realidad, la responsabilidad del calentamiento global arraiga en una ínfima minoría capitalista. De hecho, el último gran estudio al respecto demuestra que solo 100 empresas son responsables del 70 % de las emisiones globales desde 1988. Inaudito, ¿verdad? Pero real. Esas empresas están poniendo en gravísimo riesgo la vida de toda la humanidad y del planeta: han expropiado nuestra atmósfera, nuestros medios de supervivencia y nuestro futuro común. Por supuesto, son ellas quienes poseen, controlan y se benefician en gran medida de la producción material que da lugar a dichas emisiones, pues no nos engañemos más: el poder de la economía no está disperso entre los consumidores, es la producción (estratégicamente deslocalizada y oculta a nuestros ojos) la que en secreto limita y dicta el consumo.Y la única forma de cambiar ese modelo y sus devastadoras consecuencias será mediante una lucha. Así, en este innovador análisis, Matthew T. Huber sostiene que hay que enfrentarse a esta clase capitalista que es responsable del cambio climático y de su espectacular aceleración. Sin embargo, la imagen impopular que tienen hoy las políticas climáticas entre buena parte de la población debilita enormemente las posibilidades de construir un movimiento a la altura de este desafío. Es necesario conformar, por tanto, una nueva política climática que apele a la gran mayoría de la sociedad: la clase trabajadora, esa que soporta salarios bajos, empleos alienantes y condiciones laborales inseguras. Al igual que ocurrió durante las determinantes luchas populares del pasado, ganar la batalla climática dependerá de la creación de un movimiento de masas que fuerce a los Estados a actuar, el cual deberá basarse en la solidaridad planetaria entre las diversas clases actuales de proletariado y garantizar para todos ellos un cambio transformador en sus existencias.