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En 1932 se celebraron en Alemania tres elecciones. En las presidenciales de abril, Hitler perdió de manera abrumadora ante Paul von Hindenburg. En las generales de julio, el Partido Nazi, que aspiraba a la mayoría absoluta, fue el más votado pero se quedó en el 37,3% de los votos, porcentaje insuficiente para formar gobierno. En las de noviembre otra vez ganó el partido nacionalsocialista, aunque con 34 escaños menos que en las de julio, por lo que quedó todavía más lejos de formar gobierno. Hitler había perdido dos millones de votos, su partido estaba agobiado por las deudas. Habló incluso de suicidarse. El New York Times escribió que estaba acabado. Su figura y su partido generaban un amplio rechazo en muchas capas de la sociedad y la prensa alemanas, y en especial en el presidente Hindenburg. Sin embargo, apenas dos meses después Hitler era nombrado canciller. ¿Qué ocurrió entre abril de 1932 y enero de 1933 para que Alemania cediera el poder a Hitler? ¿Cómo facilitó la democracia que ascendiera de ese modo alguien que podía destruirla? Con materiales de archivo hasta ahora inaccesibles, el historiador Timothy Ryback ha escrito una detallada crónica, semana a semana, día a día, en ocasiones hora a hora, para explicar cómo un país con una maquinaria democrática funcional entregó el poder absoluto a alguien que nunca tuvo una mayoría sustancial de votos y a quien la clase política consideraba un payaso. Proporciona una nueva perspectiva y conocimientos sobre la vida personal y profesional de Hitler en esos meses, en toda su complejidad e incertidumbre: acuerdos secretos, alianzas improbables, traiciones asombrosas, una auditoría fiscal inoportuna y un fin de semana fatídico que cambió nuestro mundo para siempre. Este es un libro de historia y un libro para el presente. Para que nadie olvide que Hitler no tomó el poder, sino que a Hitler el poder se lo ofrecieron.