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Iniciados en marzo de 1995, a su llegada a Jena para desempeñar el puesto de lector de español en la Friedrich-Schiller-Universität, los diarios del poeta Rafael-José Díaz constituyen un heterogéneo taller en el que las reflexiones, las lecturas, las experiencias y los sueños conviven sin contradicción. Ya en La otra tierra (marzo-diciembre de 1995), Las laderas del rostro (enero-marzo de 1996) y La nieve, los sepulcros (abril de 1996-septiembre de 1997), las tres entregas anteriores, publicadas hace más de una década, se mostraba un mundo decididamente frágil, de fluctuaciones constantes entre unos sitios y otros, marcado por una especie de volatilidad que, sin embargo, volvía una y otra vez a lo más íntimo, al silencio de un instante o al recogimiento de un paisaje, para interrogarse. Dos o tres labios (Ocho cuadernos de un diario 1998-2006) va unos cuantos pasos más allá. Al principio nos encontramos al autor todavía en Jena, pero a unos pocos meses de trasladar su residencia a Leipzig, donde el diario profundizará en la errática búsqueda de lo fugaz, lo clandestino, lo innombrado. Los constantes regresos, los vaivenes propios de una vida errante, las decepciones y las inseguridades irán fundamentando un discurso cada vez más permeable a la extrañeza. Las enseñanzas se transformarán en inseguridad y los aprendizajes lo serán sobre todo de la importancia de desaprender todo. En los cuadernos posteriores, el autor se repensará a sí mismo y trazará puentes entre la memoria y la percepción, delineará encuentros, narrará episodios, someterá, de algún modo, el relato de su vida al principio de incertidumbre.