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Fray Luis de León empezó a escribir en 1572 De los nombres de Cristo, y la terminó en 1585. Esta obra muestra su idea definitiva de los temas que esbozó en sus poemas en forma de diálogo ciceroniano, en los que se comentan las diversas interpretaciones de los nombres que se dan a Cristo en la Biblia. Este texto es un ejemplo máximo de la mejor prosa castellana. En De los nombres de Cristo, se estudian algunos de los términos que aparecen en las Escrituras para designar a Jesucristo. Al modo de un diálogo, se van desgranando las diversas denominaciones con profusión de referencias bíblicas. Fray Luis aprovecha el esquema del diálogo renacentista para introducir numerosas reflexiones teológicas. Su prosa tiene su cumbre en este libro, considerado a lo largo de los siglos ejemplo de elegancia y sabiduría. Y que, sin embargo, modernamente, ha sido más citado que leído. Fray Luis comenta e interpreta con gran erudición los nombres que se dan a Cristo en la Biblia: tales como Faces de Dios, Cordero o Padre del Siglo futuro entre otros muchos. Sus reflexiones filosóficas, y sus interpretaciones de estos nombres provocaron que algunos estudiosos lo relacionaran con prácticas cabalísticas, hecho sin confirmar.