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"La vida te lleva lejos y cuando pasa el tiempo ya son imposibles los regresos. En el torreón hay unos sótanos que fueron cár¡celes en muchas guerras. Sus muros de piedra están llenos de inscripciones. Mensajes de despedida, la mayoría de las veces. Las guerras y las cárceles son lo mismo. No se entienden las unas sin las otras. He leído muchas cartas con esas despedidas. Todas acaban de la misma manera: que nadie olvide lo que pasó, que la memoria no se pliegue a las imposiciones del olvido. La muerte es el último nombre que se le impone a la derrota. Por qué en las escuelas solo se enseñan las victorias ... Hace tiempo escribí una novela sobre la muerte de madre. Y unos años después, otra en que contaba los silencios de padre, unos silencios que nunca rompió para contarnos lo que escondían dentro. La historia oficial de la derrota se la inventa la vic¡toria. Ahora escribo esta historia en que somos tú y yo los personajes principales. Sin haberlo pretendido -o eso creo- es como si cerrara con este libro un tampoco sé si real o imaginado libro de familia". Es éste un fragmento de la nueva novela de Alfons Cervera. Dos hermanos y una casa llena de silencios ahondan en lo que tantas veces aún nos da miedo recordar. El tiempo no lo cura todo, como suele decirse con frivolidad. Lo único que puede ayudar a curar las heridas del pasado es contarlas, indagar en la búsqueda nada tramposa de la verdad, plantarle cara a las mentiras. En las páginas de Claudio, mira encontramos de nuevo lo que el profesor y crítico literario Santos Sanz Villanueva ha escrito sobre su autor: "Alfons Cervera viene levantando desde hace años una obra homogénea como quizás ninguna otra entre nosotros".