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Fredrika Bremer llegó a La Habana el 31 de enero de 1851 y de inmediato escribió la primera carta desde el Caribe. Sus escritos epistolares van dirigidos a su hermana menor Ághate, tristemente fallecida de tuberculosis antes que Fredrika regresara a Estocolmo. En ellos retrata, en forma de diario, sus viajes por la isla, los apuntes sobre la vegetación, consideraciones acerca de la vida de los cubanos y su arquitectura. En definitiva, todo lo que ve, experimenta y conoce de este rincón de las Antillas se traduce en una prosa inteligente, sincera y arriesgada. Sus cartas tampoco están exentas de todo tipo de críticas sobre las terribles condiciones que sufren los esclavos. Se cree que fue la primera que escribió sobre la música gospel, la canción de los esclavos, a los que había escuchado cantar a lo largo de este viaje. «...La situación de los esclavos en las plantaciones es aquí, generalmente, peor que en los Estados Unidos; viven peor, se alimentan peor, trabajan más duramente y carecen de toda enseñanza religiosa. Se les considera totalmente como ganado, y el comercio de esclavos con África se practica todavía, aunque en secreto.»