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En las Canciones de Garcilaso de la Vega relata, como si de un breve cancionero se tratara, el proceso amoroso, en general, doloroso y desgarrador. Este amor predestinado, provoca en el amante melancolía y dolor por no poder gozar del objeto amado. A continuación comentamos muy brevemente el contenido de cada canción. Canción I. A flor de Gnido. Lamenta la esquivez de la dama. El poeta muestra una actitud de sumisión ante el dominio de una dama tiránica por inaccesible. Canción II. Con un manso ruido. El poeta contrasta la belleza del lugar en el que se encuentra con el dolor que siente por su amor no correspondido. Canción III. El aspereza de mis males quiero. Escrita durante el cautiverio, destaca el contraste entre la descripción del paisaje que abre y cierra el poema, y el tema de la integridad de espíritu. Expuesto en las estrofas centrales, en las que domina la queja contenida por las penas del destierro y el amor. Canción IV. La soledad siguiendo. Tiene como punto de partida la equiparación lucreciana entre las penas del infierno y los dolores de la vida humana. Canción V. Si a la región desierta inhabitable. Escrita durante su estancia en Nápoles. El poeta la dedica a Violante Sanseverino, para que acepte el favor amoroso de Mario Galeota, amigo suyo que sufre el desdén de la dama. Esta canción destaca especialmente porque con ella Garcilaso creó una nueva forma estrófica: la lira. La obra poética de Garcilaso de la Vega, compuesta por treinta y ocho sonetos, cinco canciones, una oda en liras, dos elegías, una epístola, tres églogas, siete coplas castellanas y tres odas latinas, se publicó por vez primera en 1543, a modo de apéndice de las Obras de Juan Boscán. La producción lírica de Garcilaso de la Vega, máxima expresión del Renacimiento castellano, se convirtió, desde muy pronto, en una referencia inexcusable para los poetas españoles, que desde entonces no pudieron ignorar la revolución métrica y estética operada por él en la lírica española.